El poliedro BCE

El diario El País titulaba en su edición del domingo «El Euro tiene en sus manos un cubo de Rubik».

La idea era ilustrar que la economía del euro está compuesta por 16 realidades económicas diferentes, interconectadas entre sí y con una política que, en caso de existir, debería ser común a todas ellas.

Las alarmas suenan en el FMI americano; parte integrante de una TROIKA a la que pocos dan esperanzas de sobrevivir más allá de un tercer rescate griego o el más que probable segundo rescate portugués.

El divorcio en los «Hombres de Negro» vendrá justificado a partes iguales por los errores cometidos (muchos y muy variados) y porque la caja de herramientas del BCE ahora es bastante más potente que lo era cuando cayó Lehman.

Aún así, es evidente que el futuro de una «integración» europea en lo económico aún está muy lejos, que la ruptura dentro de la zona euro es total; con una Europa del norte mucho más potente y una Europa del Sur que amenaza con salir de esta convertida en un solar.

Como comentábamos en otro artículo, las diferencias ante la carestía de crédito entre ese norte y ese sur son enormes. Son caída enormes en cuanto a tasas de concesión de préstamos (en España se concede un 66% menos de préstamos que en 2008… pero en Irlanda la rebaja sobrepasa el 80%) y diferencias en los costes de los intereses (un crédito en Alemania viene costando alrededor de la mitad de los intereses que se pagan aquí).

Ante esa realidad, tampoco se sabe lo sanos que pueden estar los bancos españoles. Lo que sí se sabe es que la mayoría de las medidas tomadas en busca de la recuperación de su salud son, en sí mismas, causas de la restricción del crédito.

Con esa liquidez menguante, el consumo interno difícilmente va a recuperarse. Y menos aún con los Estados y sus Haciendas Públicas inmersas en procesos de «reconversión» de los que apenas se puede percibir ahora hacia donde se dirigen o hasta donde llegarán. Si es que se dirigen hacia algún sitio y con algún objetivo claro.

La esperanza puesta en las exportaciones se ve amenazada por la caída en las economías emergentes y en las «no tan» emergentes.

En fin, que si para que esta dirección política de ajuste cambie tenemos que poder llevar a cabo en España las mismas directrices que se marcan para Alemania o Dinamarca; esto no ha hecho más que empezar.

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