Basilea 3 – Autónomos 0: ¿Cómo está la financiación en España? (II)

Son medidas elaboradas por un comité de supervisión bancaria que se empezó a reunir en Basilea en 2009, ante el cariz que estaban tomando los acontecimientos con la crisis subprime. Tomaron una serie de decisiones con unos objetivos concretos para las entidades financieras europeas:

  • Aumentar la calidad del capital
  • Disminuir la exposición al riesgo
  • Aumentar el nivel de requerimientos y los «colchones» de seguridad
  • Introducir un «estandar» de liquidez y una ratio de apalancamiento

Una de las medidas acordadas por Basilea III tiene que ver con la «ratio de apalancamiento». En esencia se trata de un ratio de cobertura de activos (actualmente, un mínimo del 3% del capital invertido) que actúe como «freno de mano» cuando los frenos normales (asociados a la «percepción de riesgos») fallan como fallaron en la regulación existente antes de la crisis.

Esa ratio de apalancamiento funciona desde 2012 en período de pruebas hasta 2017. Su diseño definitivo no podrá crearse hasta que, a partir de 2015, todos los Reguladores de los Estados miembros de la UE hayan adaptado su normativa y establecido esa ratio, los bancos lo hayan implementado y se empiecen a hacer públicas las cifras que lo acompañan. Con esto, las entidades financieran aún no saben qué ni cuánto van a tener que depositar a cambio de lo que tengan invertido en sus carteras industriales.

¿Qué quiere decir esto?

Pues parafraseando a Steve Jobs, «lo sencillo puede ser a veces mucho más complejo que lo complicado». Ahora que vemos brotar los «brotes», toca avanzar con el freno de mano puesto; lo que incide en el consumo (sobre todo) y la capacidad para tomar curvas.

Las asociaciones de autónomos denuncian que las entidades financieras, apoyándose en lo tratado en Basilea III, están negando el crédito a las sociedades que hayan visto reducidas sus ventas o sus beneficios en los dos últimos años (¿todas?); o a las que, simplemente, se les haya devuelto un recibo de la luz.

Lo lógico es pensar que, para las entidades financieras, su mejor cliente son las empresas medianas, con grandes volúmenes de facturación y capacidad para exportar. El tejido comercial más pequeño se queda fuera, por sistema, del mercado de «dinero». No podemos olvidar que los bancos son entidades con»ánimo de lucro» (y mucho… incluso). Están para ganar dinero… no para repartirlo.

Es por eso que se empieza a mirar con ojos golosos a todas las alternativas de financiación existentes.

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