¿Estamos ante una nueva «burbuja»?: el caso GOWEX y las «start-up»

Los políticos han aprendido a manejarse con soltura con estos nuevos términos. Los Consejos de Ministros y el mismo BOE se llena de referencias a crowdfunding, crowdlending, coworking, business angels o start-ups. Pero estos términos no son más que traducciones (a veces con poca fortuna) de conceptos que están entre nosotros desde el principio de la era empresarial.

Para empezar, vamos a definir lo que es una «start-up»:

Una Strat-up es una PYME. Con un número muy reducido de socios que aportan un alto grado de conocimiento a un proyecto, normalmente pero no «exclusivamente», de base tecnológica. En España también se llaman EBTs.

Con una inversión financiera muy reducida (porque son los propios socios los que desarrollan tecnológicamente la idea) ofrece posibilidades de revalorización enormes a un alto riesgo. Los inversores en «Start-up» (o EBTs) son los conocidos como Business Angels y se mueven por esos pingües beneficios a medio plazo.

Un inversor coloca cantidades «modestas» de dinero (modestas, por ejemplo, en comparación con las que requieren las inversiones industriales) en un cierto número de proyectos de este tipo. Los beneficios que ofrecerá una sola de ellas que salga medianamente buena cubrirán, de sobra, las pérdidas que generen todas las demás.

El objetivo de una Start-up es «ser comprada» por una empresa más grande que quiera hacerse con su tecnología o con su idea. Ese es el beneficio que se busca; no el rendimiento de su modelo de negocio; y esa es la mayor diferencia entre las Start-up y el resto de las empresas.

Destacamos este último dato para decir: una empresa que «cotice» en bolsa (alternativa o no) puede ser «otra cosa»… pero no una Start-up.

Estas empresas invierten hasta el último euro que reciben de sus inversores en «probar» que el modelo funciona y en hacer que los posibles «compradores» de ese modelo se enteren. Tuenti fue una Start-up hasta que la compró Telefónica. Ahora es una empresa cotizada con acciones que se compran y se venden en un mercado.

Y es ese mercado el que genera dudas: el Caso GOWEX ha demostrado que se invierte demasiado en un modelo que aún ofrece muchas lagunas legales (y de conocimiento); y que corre el riesgo de convertirse en una manera fácil de conseguir dinero sin excesivos controles.

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